viernes, 23 de enero de 2009

Gracias Señor Jesucristo, por otro año que me diste.
Gracias por los días grises, pues en ellos aprendí a valorar
que la luz de la alegría sólo de ti proviene.
Gracias por la soledad y la tristeza,
pues al verme amenazado por ellas,
te busqué en lo reservado de la oración;
leí tu Palabra y ella me llenó de gozo
y versos de júbilo brotaron de mi alma.

Gracias Señor, porque llenaste el vacío
que en mi corazón dejó el amigo que
inesperadamente se llevó la muerte,
tu promesa me ha dado consuelo:
los que murieron creyendo en ti
vivirán por siempre en tu Reino.
Gracias Señor, porque en el peregrinaje
de estos doce meses,
Tú me diste fuerza en el cansancio,
y saciaste mi sed de caminante,
en el fresco manantial de tus promesas.

Por Vladimir Orellana Cárcamo. Es el editor de Semanario Cristiano, el boletín oficial del Ministerio Cristiano Canaán. Escribe poesía, ensayo y teatro.